Analisis Literario De Los Versos Sencillos De Jose Marti ((NEW))
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Las innovaciones martianas asombraron y disgustaron en un principio; defendió un arte avasallador, emotivo, cromático y musical: ...hacer llorar, sollozar, increpar, castigar, crujir la lengua, domada por el pesamiento, como la silla cuando la monta el jinete; eso entiendo yo por escribir. -No tocar una cuerda, sino todas las cuerdas- No sobresalir en la pintura de una emoción, sino en el arte de despertarlas todas-. Pero lo que más distingue a Martí, y a la vez, lo diferencia de otros modernistas es la dimensión ideológica de su obra en prosa y en verso. Martí no fue un filósofo sistemático, pero sí un pensador, y un hombre de profunda comprensión y compasión humanas. En los Versos sencillos, José Martí plasma la realidad de vivencias complejas que se insertan en un espacio poético con un lenguaje metafórico rico en símbolos y en forma.
Los versos octosílabos, de raíz popular de los Versos sencillos representan un retorno en la evolución de los versos de José Martí a la métrica tradicional, un retorno en consonancia con la creación poética subjetiva en que la novedad y las actualizaciones del pasado se funden. En la obra de Martí es muy importante el concepto armónico dentro de la revolución literaria que él inició junto a otros artistas.
Otro eje vetebrador en los Versos sencillos es la simbología. José Martí utiliza símbolos para referirse a sus vivencias. A través de paisajes y personajes ficticios, la imaginería martiana se hace eco de la realidad que atenaza a un país que se marchita y envejece a pasar de la esperanza naciente de la libertad:
Versos sencillos es un libro unitario, fuertemente estructurado como tal, no solo por las relaciones de continuidad o por las temáticas, sino también por los efectos de simetría y contrapunto que lo atraviesan en muy distintos niveles, así como los cambios estróficos, las repeticiones, las oposiciones y las diversas recurrencias. El libro lleva al extremo el recurso a un léxico simple y a una adjetivación austera, concentrándose en las posibilidades de la sintaxis y la sonoridad. Busca una musicalidad que surge de la repetición, extendida a un verso o a un grupo de versos, de los juegos sonoros en el interior del verso. La compenetración del sujeto con el pasado y el futuro se nutre de la experiencia concreta, material corporal con el universo:
Versos sencillos es una obra que emana del corazón, de la sinceridad del poeta frente al papel. Sus versos nacen de su propia vivencia para servir a su misma realidad, y a la realidad de Cuba. Son tres realidades convergentes en una sola: la realidad del problema de Cuba.
Hay que señalar como algo importante que este es el libro de la madurez poética de José Martí en él resalta los valores más importantes del ser humano. En los versos sencillos, el lector podrá disfrutar de una obra llena de colorido, de sonido y armonía, en la que tiene presente siempre en ensalzar la pureza. Debemos tener en cuenta que Martí es uno de los pocos casos entre los intelectuales que su obra se encuentra en completa armonía con sus ideas políticas, estéticas, etc. Todos los géneros que cultivó es un ejemplo de entrega a la humanidad, incluso en su poesía habla de lo mucho que tiene para entregar..
Una de las características más importantes de la obra martiana es su profundo sentimiento antiimperialista. Vivió en Estados Unidos un período de tiempo prolongado y siempre vio con gran preocupación la influencia norteamericana en América Latina. Por eso, en sus versos, en sus discursos y en sus ensayos literarios manifestó esta inquietud.
Aunque todavía no alcanza su verdadera dimensión simbólica, la presencia de la mujer en Versos sencillos se inscribe en el sistema de valores de esta obra poética. A partir de la figura femenina es posible detectar ya en Versos sencillos el desarrollo de la oposición artificial / natural que tanta importancia tiene en la estética martiana: Odio la máscara y vicio / del corredor de mi hotel: / me vuelvo al manso bullicio / de mi monte de laurel (Versos sencillos, III, 67), es la profesión de fe de este libro. La predilección por lo natural tiene una dimensión estética que afecta al lenguaje del poema: Contra el verso retórico y ornado / el verso natural..., exclama en Flores del destierro (239). Pero, tal como subraya Oviedo (56), no se trata solo de una preocupación estética: hay en este libro una afirmación ética, una búsqueda de los valores americanos que tiene una fuerte connotación ideológica: Con los pobres de la tierra / quiero yo mi suerte echar / el arroyo de la sierra / me complace más que el mar. (Versos sencillos, III, 67). Según Oviedo (54), a Versos sencillos le subyace una afirmación americanista que parece relacionarse con la afirmación de lo natural. En Ismaelillo hay un poema significativo, Tórtola blanca (49), cuyo tema es la salvación de la tórtola perdida en un mundo de lujo donde acechan las águilas que se nutren de tiernas palomas. La actitud del sujeto es significativa: Yo fiero rehúso / La copa labrada; / Traspaso a un sediento / La alegre champaña; / Pálido recojo / La tórtola hollada; y en su fiesta dejo / Las fieras humanas;- / Que el balcón azotan / Dos alitas blancas / Que llenas de miedo / Temblando me llaman. En esta línea, el poema IV de Versos sencillos (70) es una exaltación nostálgica del amor acompasado con el mundo natural: Después, del calor al peso, / Entramos por el camino, / Y nos dábamos un beso / En cuanto sonaba un trino. Por el contrario, en los poemas recogidos como Versos de amor, el escenario es frecuentemente el lujoso salón donde tiene lugar una fiesta: allí se encuentran mujeres egoístas (Noche de baile, 319), mujeres que provocan un amor que consume (La copa envenenada, 323); el sujeto poético las contempla con un triste / placer, porque sabe que tanto alado traje ha de ser luego / Ceniza, húmeda en lágrimas... (Baile, 324). En Baile agitado (326) se enumeran los restos después de una noche de fiesta: un pañuelo manchado de sangre, varillas de abanico, restos de encaje y tules (O son, ay!, alas caídas!), copas vacías, restos de comida, ramilletes perdidos, para concluir con una severa reflexión sobre ese esplendor ajado: Rizos y bucles caídos, / Broches, lazos, alfileres; / Todos los ricos enseres! / Todo el polvo de los hombros! / Todo postre, todo escombros / Del honor de las mujeres!. A menudo el amor que tiene como objeto una figura femenina negativa se sitúa en la ciudad, porque la ciudad, cumbre de lo artificioso, es para Martí la depositaria de toda corrupción y alienación: Me espanta la ciudad! Toda está llena / de copas por vaciar, o huecas copas! (Amor de ciudad grande, de Versos libres, 170) 6. La vida de ciudad envilece, devora, enferma, embriaga (Envilece, devora..., de Flores del destierro, 270). Además, la ciudad tiene otra faz, también negativa: a veces se puebla de figuras femeninas menos deseadas pero a la vez objeto de mayor compasión, que se presentan con una clave realista. Son una enfermiza / mujer, de faz enjuta y dedos gruesos (Estrofa nueva, 175), o esos hombres y mujeres que se arrastran tal como sobre el fango los insectos, / secos, airados, pálidos, canijos (Envilece, devora..., 270); es la infeliz mujer de Italia / pura como su cielo que vende humilde / piñas dulces y pálidas manzanas (Bien: yo respeto, de Flores del destierro, 300). Es la ciudad donde pululan los humildes y los necesitados; pero, volviendo al aspecto erótico, resulta clara la oposición de esta afirmación de lo natural con cierta estética erótica de fin de siglo que, por el contrario, trata de ir más allá de los marcos y límites naturales y sociales, tal como ha estudiado Litvak.
Comienza el poema con un símil, recurso literario con gran frecuencia de uso en el poemario, en orden envolvente con encabalgamiento de los versos en la que compara su verso sugerentemente con un caballo frenético, salvaje, que ha visto ante sí una fiera.
La obra martiana, ciertamente compleja, se caracteriza, como dijera el intelectual Juan Marinello, por su naturalidad, que consiste en la unidad entre su accionar en la vida y en la literatura, es decir, su pluma al servicio de su condición de revolucionario (Marinello, 1980). Presenta un carácter renovador, por lo que no se puede enmarcar en un código específico. Cultivó diferentes géneros literarios, en prosa y en verso, incluyendo su labor periodística y epistolar. Fue un precursor del Modernismo, pero en su obra supera los propósitos iniciales de este movimiento para inaugurar la Modernidad en la literatura universal y ofrecer un hálito renovador tan necesario a las letras hispanas.
Estos versos dan fe de los principios de la ética martiana. El oro empañado, es decir, que no proviene de una acción justa, decorosa, honrada, sino servillista, corrupta convertirá al hombre en un ser vil, despreciable. Contrapone el oro viciado al hierro: las armas son férreas, pero no están corruptas.
La integridad plena de la vida, sustentado en la simbología martiana: luz, lumbre, que reflejan altura, perfección, en estrecho vínculo con lo que él considera su verdadero amor se validan en los versos siguientes: 153554b96e
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